Conocí el Parador Retiro a través del programa Punto.doc. Me impactó el lugar: el gran galpón, la frialdad, la falta de intimidad, las doscientas camas en fila. Entre esa gente sin otro lugar donde dormir, Daniel Tognetti entrevistó a un pibe de mi edad, que dijo que había estudiado Diseño de Imagen y Sonido en la UBA; lo que yo hacía en ese momento. Fue el punto de inflexión. Sentí que cualquiera podía estar de aquel lado".
Dice Jorge Leandro Colás (1976), quien, tras la inesperada identificación, se acercó a esa institución municipal que les ofrecía (les ofrece) atención transitoria a hombres indigentes. "Hicimos la película durante la gestión de Jorge Telerman. Nos costó ganarnos la confianza de la gente que dormía ahí. Creían que éramos del gobierno, de la policía, de la tele. Fantasías. Entramos en confianza de un modo paulatino. Estuvimos yendo durante un año, sin cámaras, hasta que logramos ser parte del parador y empezamos a filmar. El rodaje nos llevó otro año".
El documental, de observación, se limita a mostrar la interacción entre los "internos", y entre ellos y los profesionales del lugar. "Queríamos hacer un retrato del lugar a través del registro de sus personajes. Sin entrevistas ni voces en off ni placas informativas. Me parecía que un bajo nivel de intervención le daría riqueza al relato. Tuvimos que seleccionar a 4 ó 5 personajes que lo llevaran adelante. Teníamos a decenas; más de 100 horas de material en crudo".
Si bien las situaciones que se muestran son básicamente sórdidas, angustiantes, el filme tiene pasajes de humor. "No estaba en nuestros planes -asegura Colás-. Imaginate que hacíamos un documental social, sobre gente sin techo, en crisis. Las situaciones graciosas surgieron del rodaje, de la convivencia, tal vez del intento de esa gente de mitigar el sufrimiento. Tuvimos mucha más facilidad para filmarlos a ellos que a los profesionales del lugar: de diez aceptaron sólo dos o tres".
Parador... crece en crispación y oscuridad en su tramo final. "Así fue ocurriendo en la realidad. No sé si porque se olvidaron de que estábamos nosotros. Pero hubo más conflictos, más discusiones, más críticas a la institución. En este último punto, los que hicimos esta película tenemos una visión parecida, pero no quisimos que esa mirada fuera el centro. El parador es una mera contención; no hay progresión hacia algo mejor, la institución funciona, en todo caso, como un paliativo".