Lo mismo que ayer, pero con otros actores. Ya no está sentado Vilas, mirando a la nada y pendiente de cómo ajustar su drive con top spin. Tampoco Clerc, el de la eterna risa irónica. Ni el capitán de turno, que mediaba -sin éxito- entre la enemistad pública de los dos mejores tenistas argentinos de ese entonces. Eran compañeros de Copa Davis, incluso jugaban el dobles juntos, pero no se dirigían la palabra. No cruzaban ni un "hola" y mucho menos un "chau". El fin de semana en Mar del Plata, sin llegar a ese extremo, pareció volver a verse aquella película borrosa, plagada de desencuentros, más allá de las desmentidas y los enojos.
Que Nalbandian hace y deshace a su antojo; que Mancini no tiene carácter; que a Del Potro, agrandado por su presente en el circuito, se lo come el personaje; que Calleri reparte puñetazos al aire, harto de tanta camarilla; que los dirigentes de la AAT piensan sólo en los billetes; que el individualismo general le gana por paliza al equipo...
Justo, lamentablemente, cuando Argentina tenía la mesa servida para lograr por primera vez en su historia la codiciada ensaladera. ¿Qué pasó? De todo y más. Pero los chispazos, cuentan, no son de ahora.
Las derrotas, siempre, sacan a la luz lo peor de los individuos. O acaso si cerrábamos la serie a favor, ¿hoy se estaría hablando en todos los medios si Nalbandian es un líder positivo? Pasó de héroe a villano, casi sin darse cuenta. De implacable jugador de Copa Davis, tanto adentro como afuera, a "mandamás" sin cargo, autoritario y canchero. El cordobés, vale decirlo, es responsable directo de este terremoto . Por una razón simple: no dio la cara. Enojado, con él o con quien sea, faltó a las conferencias de prensa _carita le salió la multa: 10 mil dólares_ y abrió la puerta, de par en par, a los rumores de que el vestuario estaba en estado de ebullición . ¿Para qué? A partir de ahí nada fue igual. David, después de perder el dobles, fue un fantasma. Estaba sin estar .
El domingo, cuando tanta falta hacía su "apoyo logístico", se mostró indiferente, distante en la tribuna, como queriendo estar en cualquier parte menos ahí. ¿Y los demás? Hacían la suya, mientras Acasuso peleaba contra Verdasco y sobre todo contra su propio físico. Del Potro, todavía dolorido por la lesión del viernes, no se separaba de su entorno, que lo "cuidaba" de los malos pensamientos ajenos. ¿Calleri? No se sacaba la cara de perro. Paradojas que entrega el tenis, en primer plano se lo veía arengando al pobre Luza, ex capitán del equipo y que en su momento fue separado de su puesto por una carta que los propios tenistas les enviaron a los dirigentes. Sí, todo patas para arriba, justo cuando el capitán Mancini casi no se levantaba de su silla.
¿Y ahora qué? En medio de la decepción, no faltan los pronósticos tremendistas. "No la ganamos ahora, ¿cuándo la vamos a ganar?", fue el comentario más repetido en los desolados pasillos del estadio Malvinas Argentinas. Hay verdades inocultables, por lo pronto. 1) Se terminó el ciclo de Mancini y parece vislumbrarse la llegada de Jaite; 2) Nalbandian no estará en el debut de 2009 ante Holanda y sólo en su interior sabe si quiere seguir defendiendo los colores argentinos; 3) Es hora de intentar una renovación, pero lo preocupante es que uno mira a los costados y se pregunta: "¿Quién está para sumarse?" ; 4) Los dirigentes no pueden hacerse los desentendidos y esquivar la autocrítica que les cabe; y 5) Cuanto antes hay que recuperar el concepto de unión entre todos los engranajes de esta maquinaria que se paró de golpe .