"Ellas no quieren ser descubiertas. Quieren hacerlo en privado. Es su propio mundo, una parte de sus vidas que prefieren mantener en secreto", dice Nicole, quien regentea una agencia de prostitución para personas de clase alta en el centro-oeste de Inglaterra.
Las clientas van a una casa campestre donde se les ofrece compañía masculina lejos de miradas acusadoras. El exterior del lugar más bien parece un chalet francés y allí los "prostitutos" saben bien que la mayoría de sus clientas son casadas.
Uno de ellos afirma que para algunas pagar por sexo no implica serle infiel a su marido del mismo modo que sí lo sería tener un affaire con otro hombre. "Para las mujeres comprometidas, ciertas veces, es de alto riesgo que las puedan ver en un bar o en algún lugar público con un hombre que no es su pareja. Por eso, necesitan venir a un lugar donde no las vea nadie que las reconozca", cuenta Nicole.
A Catalina le costó bastante decidirse a contratar los servicios de una compañía masculina. "Siempre pensé que eso era algo que hacían los demás", confiesa y agrega que "finalmente me animé y lo encontré por demás excitante".
La clienta cuenta que sus antiguas parejas siempre la hacían sentir culpable por no ser capaz de poder experimentar placer, lo cual dañó su confianza en sí misma. Sin embargo Andrew hizo que todo esto cambiara y después de sólo una sesión con él su autoestima subió y afirma que luego de las siguientes, hoy se siente más segura de sí misma.
El responsable de la fuerza interior renovada de Catalina, Andrew Rosetta, escribió un libro llamado "Whatever she wants" ("Lo que ellas quieren"), sobre sus diez años de trabajo en el rubro. Allí cuenta que muchas mujeres acuden a sus servicios para tener la oportunidad de sentirse "egoístas".
Los hombres de compañía consultados aseguran que las mujeres los contratan por diferentes razones: desde ganar confianza en ellas mismas hasta tener nuevas experiencias. Algunas son mujeres de negocios que no tienen tiempo libre para salir a conocer hombres.
Daniel, otro de los trabajadores educado en las mejores escuelas privadas de Londres, explica que en cuanto a su labor todo está claro. "Uno sabe lo que quiere y no hay ilusión: el cliente paga y recibe. En cambio, cuando se conoce a alguien en forma convencional no se sabe quién es la persona, ni qué esperar", concluye.
En cuanto a costos, en la capital británica un hombre heterosexual cobra no menos de U$S 150, pero Nicole aclara que los chicos de su agencia hacen rebajas por la crisis económica y ofrecen sus servicios por apenas U$S 85. Suena tentador, ¿no?
Siendo mujer, ¿pagarías por sexo? ¿Lo hiciste alguna vez? ¿Te gustaría experimentar esta experiencia?
Fuente consultada: BBC