La cosa avanza a paso firme. Cada vez estamos más cerca de la posibilidad de que algún tipo de implante sea capaz de estimularnos eléctricamente o neurológicamente y de proveernos placeres indescriptibles.
Ya habíamos hablado del Orgasmatron del Dr Meloy: un electrodo estratégicamente ubicado en la espina dorsal, capaz de provocar orgasmos on demand con solo apretar el botón de un control remoto. Ahora tenemos el chip del sexo.
Lo están desarrollando en la Universidad de Oxford y fue inicialmente pensado para tratar la enfermedad de Parkinson, sin embargo los investigadores pronto descubrieron que el chip también podía estimular los centros del placer en el cerebro y que eso podía resultar de mucha ayuda para quienes no pueden disfrutar de su vida sexual.
De hecho, el implante fue colocado en el cerebro de una mujer incapaz de experimentar placer. El resultado fue sorprendente. La señora que antes no se interesaba por el sexo, empezó a tener ganas y a querer más. No es un chiste, es totalmente cierto: de repente se había convertido en una mujer sexualmente activa, por decirlo así. Pero a la doña no le gustó el cambio. No se sentía muy a gusto con sus nuevas necesidades en la vida y le pidió a los médicos que le sacaran el cosito de la cabeza para que se le fuera la calentura. La historia es triste, pero el chip funciona.
Hasta ahí llegaron. Por el momento la cirugía para instalar el chip es más peligrosa de lo recomendable como para popularizar el procedimiento. Pero los creadores del chip del sexo prometen que en una década las posibilidades en este campo serán increíbles y aseguran que hoy en día somos incapaces de imaginar ni un cincuenta por ciento de lo que sucederá dentro de 10 años con este tipo de inventos.