El resurgimiento de Ricardo Montaner en el país es estadísticamente contundente: debió agregar funciones y puntos del mapa, por lo que hará en total ocho Luna Park (unas 50 mil personas), más Córdoba, Rosario, Tierra del Fuego, Santa Cruz, Chubut, Neuquén, Salta, Mendoza y San Juan. O sea, en un mes, unas 150 mil personas lo habrán escuchado de cerca. Anteanoche hizo su primera presentación en el templo del box y pareció sacarle la lengua a quienes se burlan de tanto romanticismo.
Dos horas de sentimentalismo pero sin ese público de señoras y señoritas alteradas que pueden devenir en barrabravas con tal de tocar su mano. Sus seguidoras (y seguidores, en menor proporción) aparentan una raza más apaciguada y civilizada, capaz de alcanzarle al escenario una canasta de productos regionales, sin mechas arrancadas ni histeria.
En la previa, sus fans elogiaban a la esposa del argentino-venezolano, quien se paseaba campante por el Luna, bajo ese traje de aliada y no de rival, como suelen ver las enceguecidas fanáticas. De fondo, mensajes de UNICEF acerca de la niñez corrompida y la voz de Montaner alertando sobre el embarazo infantil. A las 20.50 y ante una pantalla gigante que disparaba imágenes de guerras y sufrimiento humano, las voces de Juan Luis Guerra, Juanes o Alejandro Sanz grabadas, lo acompañaban en Yo canto, alabando a Dios, la juventud y la paz. En un escenario bien poblado, sus cinco coristas y siete músicos se largaron a una carrera de hits, desde el actual Volver, de Valientes a eternos Tan enamorados, Castillo azul, Déjame llorar o La cima del cielo.
Leyendo por momentos telepronter (su machete, ya que en 25 años de carrera colecciona más de 200 temas) y con videoclips de parejitas acarameladas detrás, el hombre de Valentín Alsina improvisó un cantito para la Selección nacional (" La Selección es una sola y nuestro técnico se llama Maradona"). Después se atrevió a un sketch con sus hijos Ricky y Mau, donde ellos jugaban a robarle público. Más tarde la diminuta Eva Luna (la menor, de 12 años) se puso a la gente en un puño con su canción Only Hope, su atrevido debut ante 6.500 personas.
Cantaron enseguida juntos los tres "pichones" y sobrevino la faceta más espiritual del cantante: pidió, como ya acostumbra, que todos se tomaran de la mano aunque al lado tuvieran a un perfecto desconocido, pero muchos desistieron. "Noche de reconciliación", bautizó.
A las 23, sus fans permanecieron como postes aguardando el bis que no llegó, pero la dosis había sido suficiente. Desmenuzando el fenómeno fuera del impacto romántico de temas inoxidables, la clave de semejante imán habrá que buscarla, quizá, en la figura de ese hombre que hace apología del amor con las entrañas, la fidelidad y la familia. Le funciona.