Son livianas, ecológicas, prácticas y económicas. Pero también imposibles de controlar. Las bicicletas circulan sin que nadie pueda multar al usuario cuando comete una falta de tránsito. Y según los especialistas son los que menos contribuyen a la seguridad vial.
"De entre los distintos tipos de vehículos, el ciclista es el que más faltas de tránsito comete", señala Alberto Silveira, presidente de Luchemos por la Vida. La ONG observó el comportamiento de 854 ciclistas durante junio y dedujo que el 96% no respeta la prioridad del peatón, el 90% no usa casco y el 80% carece de elementos reflectores.
En la Ciudad de Buenos Aires circulan entre 80.000 y 120.000 ciclistas por día. En Provincia, el parque de bicicletas llega a un millón, aunque según las cámaras de fabricantes consultadas por Clarín, las cantidades son aproximadas ya que es imposible de mensurar. Fuentes de la Comuna porteña confirmaron que el 10% de los pacientes que se atienden por día en hospitales públicos son ciclistas y la razón de la consulta, accidente en la vía publica.
"Debe haber un sistema de sanción especial para el ciclista porque a la Policía no le compete el control, la bicicleta carece de patente y el usuario no tiene por qué llevar licencia de conducir", completa Silveira. En el Centro de Experimentación y Seguridad Vial (CESVI) coinciden. "Falta reglamentación para el uso de las bicicletas, porque no sólo es proteger a la ciudadanía, sino también al ciclista -señala Fabián Ponce, gerente general-. Es necesario adaptar la norma al uso que se le da a la bicicleta hoy. Cada vez hay más ciclistas y menos infraestructura, eso multiplica el riesgo de sufrir un accidente".
Para evitar el colapso del transporte urbano, mucha gente utiliza la bicicleta para movilizarse al trabajo, al colegio, la facultad o simplemente para pasear. Raudos, los ciclistas se cuelan entre los autos en avenidas y calles de alto tránsito. Son los más expuestos: ante un accidente siempre será el cuerpo el que reciba los golpes directos. El caso es que ni los agentes de transito ni la Policía tienen obligación de controlarlas. Ahora, en la Cámara de Diputados de la Nación se está discutiendo en comisiones un proyecto para modificar la Ley de Tránsito e incluir los controles de alcoholemia a ciclistas.
"Al que le dé 200 miligramos por litro de sangre, se le secuestrará la bicicleta", amplía Pablo Zancada, diputado por el Partido Socialista y autor del proyecto. Esto pondría al ciclista al mismo nivel de los motociclistas y ya encendió la polémica.
"Antes de hacer controles de alcoholemia, hay otras demandas puntuales como ciclovías protegidas en avenidas, con trazados continuos e integrados en subte y tren, reglamentación de tarifas y espacios para guardar bicicletas", señala Néstor Sebastián, presidente de la Asociación de Ciclistas Urbanos (ACU) y licenciado en accidentología.
Gustavo Castellano, de 39 años y vecino de Vicente López, va diariamente en bici hasta su trabajo, en Retiro. Cree que los test de alcoholemia pueden ser buenos, pero que "se podría esperar un poquito más para establecer prioridades. Es necesario implementar otras normas para los ciclistas, como el uso obligatorio de casco y la delimitación de bicisendas".
Para Ponce, del CESVI, la alcoholemia "no está mal". Para Silveira también puede ser una buena idea, pero coincide con que no es una prioridad. "No está mal lo de los controles de alcoholemia, pero debemos debatir cómo hacemos para que los ciclistas cumplan con las normas básicas. A eso, hay que sumarle la acción del Estado, que debe crear una infraestructura seria para el ciclista", concluye.