Un bostezo en la cara suele ser una flor de señal para tomarse el buque y quedarse lejos. Probablemente a nadie se le ocurriría soltar un bostezo en una entrevista de trabajo, hasta puede ser interpretado como de mala educación. Por eso generalmente, en reuniones y si hay gente prestando atención, uno lo hace con algún disimulo y tapándose la boca con la mano. Nadie tomaría un bostezo como algo halagüeño, convengamos.
Sin embargo parece que están aquellos seres que cuando se sienten atraídos sexualmente, cuando están así como de humor, en ese momento, les da por bostezar. Y no tienen sueño, para que queda claro: tienen ganas.
Pero pónganse en el lugar de alguien que está tramitando un encuentro sexual inminente con un bostezador. Digamos que la cosa puede resultar un poco confusa. Alguien que está enfrente de uno que le bosteza cuando está a punto de desnudarse, tiende a sentirse más bien rechazado.
Pues no se trata de eso. Parece que los químicos que libera el cerebro para lograr una erección son los mismos que circulan en la producción de un bostezo, así que, lo sabemos a partir de ahora, no habría por qué sorprenderse de semejante reacción.
Aparentemente, el bostezo está asociado a varias otras cuestiones, pero fundamentalmente acompaña los cambios de estado. Por ejemplo bostezamos cuando dejamos de estar dormidos y pasamos a estar despiertos. Lo mismo, bostezamos cuando dejamos de estar en cualquiera y pasamos a estar excitados sexualmente. Y no es una cosa tan rara.