El rito es inmodificable. Este chiquilín, de apenas 15 abriles, mira cada uno de los gajos de una pelota multicolor que hace bailotear entre sus largos dedos. Es el momento de máxima concentración, de imaginar un nuevo saque de potencia que _rigurosamente_ terminará colándose del otro lado de la red, en algún rincón del rectángulo rival. Wilfredo León, de Santiago de Cuba, es un verdadero fenómeno del voley. En la Liga Mundial, de la que también participa Argentina, los especialistas miran admirados sus estadísticas, que lo ubican entre los mejores tanto a la hora de sacar como de meter esos inatajables remates cruzados. Modesto, desde sus 2,03 metros y 88 kilos, dice: "Eso no es todo, necesito mejorar en defensa y también en bloqueo".
Raúl Diago, presidente de la federación cubana de vóleibol, lo define sin medias tintas, en una charla con El País de España: "Es un fenómeno. Es un extraclase (sic). Es bueno en el recibo y excepcional en el servicio. Tiene todo para ser un campeón".
"Mi mamá siempre me dijo que el saque era uno de los puntos fuertes del juego", explica León, quien encabeza el ranking de la especialidad en la actual Liga Mundial.
Estudiante de educación física, el cubano explica: "Me encanta las matemáticas. Y nuestro juego es de posiciones, zonas y cálculos. Debemos conocer el perímetro de la cancha y la altura por donde debe pasar el balón. ¿Cómo lo haces si eres malo con las cuentas y los números?".