De Messi estamos acostumbrados a escuchar elogios de todos los colores. Por sus arranques explosivos, por sus goles maradonianos, por su habilidad fuera de lo común, por su irreverencia para encarar a rivales, incluso por sus opiniones... Sí, La Pulga es _por lo general_ el niño mimado de la prensa mundial. Y bien merecido se lo tiene, si nos detenemos en lo que hace adentro de una cancha.
Ahora, también se le destaca gestos humanitarios, no tan comunes en la mayoría de sus colegas. Como el que tuvo el fin de semana, después de que el Barcelona perdiera con el Atlético de Madrid. Los ánimos estaban caldeados y una señora, muy educada, se le acercó en la zona mixta del estadio para pedirle una foto para su hijo ciego, Rubén, un colombianito de 14 años.
Pasaron 15 minutos y la mujer, sin esperanzas de lograr su objetivo, preparaba la retirada. De golpe, ya sin tantas cámaras ni periodistas indiscretos, apareció Messi y se prendió en un amable mano a mano con el chico.
El argentino no sólo accedió a las fotos, sino que le regaló la todavía transpirada camiseta que un rato antes había usado en el partido más importante de la liga española.
Una pequeña acción, en medio de la derrota, que pinta en cuerpo entero la personalidad de una superestrella del fútbol mundial. Vale, claro que vale.