Algunos levantarán el pulgar de manera afirmativa; otros habrán tirados tomates podridos contra el televisor. Pero nadie que se haya sentado a ver Todos contra Juan anoche por la pantalla de América puede negar que lo que se vio es algo diferente. Con un estilo nada habitual en Argentina, la comedia de Gastón Pauls desembarcó en la televisión argentina para dejar su marca, ya sea como un gran éxito o como un rotundo fracaso que lo dejará con algo de suerte- en la categoría de "programa de culto".
Bajo una estética de falso documental, mechados con episodios reales y con una ficción extremadamente caricaturizada, "Todos contra Juan" tiene una tinte que lo relaciona mucho con las nuevas comedias inglesas de Ricky Gervais, el creador de "The office" y "Extras". Son comedias en las que dentro de la pantalla no se ríe nadie. Las risas transcurren en las casas, pero no en el televisor. Porque lo que pasa en la hora semanal despierta risas pero desde lo patético que es el protagonista, Juan Perugia, un actor que supo conocer el éxito pero que ahora se revuelca en el pozo del anonimato.
La nueva caracterización que Gastón Pauls da vida es alguien que junta un montón de defectos comunes en el medio de la televisión: es egocéntrico, creído, insoportable, neurótico, paranoico y caprichoso. Cree ser quién no es. Conoció la gloria del éxito en su adolescencia pero ahora pocos lo reconocen. Saboreó la victoria para bajar de nuevo a la categoría de simple mortal. Y lo que hace interesante a "Todos contra Jua"n es que Juan Perugia no se da por vencido. Se estrellará todas las semanas contra obstáculos insalvables para él.