Sin dudas, el perro es el mejor amigo del hombre y el accesorio más sufrido de la mujer. Sino pregúntenle a "Pini", la perrita que Jimena Cyrulnik dice amar como si fuera una hija. Este pequeño can, desde que empezó la temporada 2008 de "Patinando por un sueño" no ha tenido ni una semana de paz, ya que una vez por semana debe verle la cara a un señor cabezón, que le grita sin parar y que todo el mundo llama Marce.
Es verdad que la pichicha de Cyrulnik es una chinchuda de primer nivel, pero quién podría culparla. Ajena de la farándula, sin tener noción de lo que es la fama y con la única intención de ser feliz en privado, "Pini" se enfrenta a la gran tortura de ser arrastrada a una pista de hielo, donde se patina al correr, donde reflectores demasiados luminosos la dejan encandilada y donde muchas personas gritan cosas que ella no está interesada en saber.
A todo esto debemos sumarle que Marcelo Tinelli, literalmente, la vuelve loca. Imaginemos por un minuto que estamos en la piel del can: no sabemos por qué estamos allí, la gente nos grita, nos provocan. Todo esto hace que nuestro corazón esté con las palpitaciones al máximo nivel, sufriendo un stress seguramente contraproducente. Es muy posible que lo que viva el pobre perro en un estudio de televisión se asemeje bastante a lo que puede sentir un personaje de ciencia ficción cuando es abducido por una nave extraterrestre.
Trasformados en los accesorios de moda del siglo XXI, los perros extra small son el último furor entre las mediáticas (y no tan mediáticas) de la farándula. Con el afán de mostrar un costado maternal totalmente ficticio e inverosímil, tratan al perro como si fuera su hijito, su bebé. Pero lo que no saben, no imaginan o no les importan es que los pobre animalitos sufren como nadie esas exposiciones que los dejan más confundidos que realizados.