No se trata de apología. Es experimentación sensitiva puesta al servicio de la música. Leer en esto que Victoria Mil es una banda de drogones es caer en el error fácil, pero tienta. Julián Della Paolera y Miguel Castro , sentados en un restaurant de comida orgánica y vegetariana de Colegiales dicen haber logrado su mejor disco. No reniegan de sus experiencias con drogas, pero dejan bien claro que el motor de la máquina es la música y suenan creíbles. Para la producción artística del disco contaron con la colaboración de sus amigos de siempre, Adrián Dárgelos y Diego Tuñón de Babasónicos. Esta noche de viernes tocan en Niceto. Y allí la música hablará por sí misma.