Si tenés veintipico recordá tus 18 años: terminando el secundario, probablemente viendo qué hacer de tu vida. Ahora tratá de imaginarte a los Arctic Monkeys, que a esa edad comenzaban a apuntalar su camino a la cima del rock británico. Hay que darles crédito a estos cuatro chicos de Sheffield, que hicieron de la autogestión un estandarte y supieron aprovechar las bondades tecnológicas de la época para convertirlas en una estrategia de difusión.
La historia es simple. Sus primeros conciertos fueron a fines de 2003. Luego de unas cuantas presentaciones, grabaron un demo de manera totalmente independiente, para luego regalar copias del mismo en sus shows. Los fans hicieron el resto, difundiendo los temas a través de la red. También se ocuparon de crear el Space ártico. En octubre de 2005, con un EP (Five minutes with Arctic Monkeys) bajo el brazo y aún sin contrato discográfico, la banda colmó la sala Astoria de Londres con 2 mil fans.
Los Arctic Monkeys se habían propuesto en un principio no firmar con ninguna compañía, teniendo en cuenta hasta donde habían llegado por su cuenta. Pero la expectativa era demasiado grande. La gente coreaba todos los temas en sus shows a pesar de no tener el disco. Finalmente, llegaron a un acuerdo con Domino Records, y Whatever people say I am, that s what I m not salió el 23 de enero de 2006. En su primera semana en las bateas, vendió 363.735 copias, superando a Definitely maybe de Oasis y convirtiéndose en el álbum debut más vendido en ese lapso en la historia del Reino Unido.
De todas maneras, el éxito de su primer lanzamiento no es solo obra de estrategias y planes de difusión. Whatever people... es un discazo, y así fue recibido por la crítica. A base de melodías urgentes y letras con contenido social, sus canciones (sobresalen "A view form the afternoon", "When the sun goes down" y "From the Ritz to the rubble") son un reflejo de la clase trabajadora inglesa.
Pero los monos no se durmieron en los laureles. Luego de girar durante gran parte del año pasado por Europa y Estados Unidos, volvieron al estudio a principios de 2007 para grabar su segundo trabajo, cambio de bajista mediante. Finalmente, Favorite worst nightmare salió en abril de este año, y cumplió con las expectativas, a pesar de no superar a su predecesor.
Las puertas se siguen abriendo para Arctic Monkeys, y así llegan a Sudamérica por primera vez, para presentarse en Argentina y Brasil. Y a pesar de que el tour continúa durante todo diciembre por Europa, no descartan volver al estudio pronto: "no nos vemos como Coldplay, promocionando un álbum de gira durante tres años y tocando el mismo concierto noche tras noche. Hay gente que disfruta eso pero nosotros no podríamos", asegura el guitarrista Jamie Cook.
Arctic Monkeys en el Luna Park, Corrientes y Bouchard, el 24 de octubre a las 21:30. Entradas en el estadio y a través de Entrada Plus.