"¿Somos paranoicos o existen cosas ocurriendo detrás de escena acerca de las cuales no sabemos nada?". Esa es la frase nirvanesca que da título a la muestra Conspirativa, primera individual de la joven artista Ana Vogelfang, que con 24 años llenó la sala más alta y ancha de la galería Appetite con sus contundentes primeros planos de jóvenes (y hasta una nena) que resisten una, dos y varias miradas, cada una más inquietante que la otra.
Ella se reconoce prácticamente adicta a las imágenes, y trabaja construyendo un banco muy amplio y variado del cual elige, pinta y amplifica. Para recalar en esas tomas, se la pasa hurgando, sobre todo, en clics modernos: "soy una gran consumidora de imágenes: paso muchas horas a la semana dando vueltas por fotologs, o mirando cómo se viste la gente, cómo decora su casa. Las consumo como si me fueran inevitables y después las pinto. Muchas veces pienso que las imágenes son mías, pero las ideas son de otro". Así se explica la hibridez entre la foto y la pintura, y esas imágenes paganas que nos resuenan cotidianas y sorprendentes.
Las pinturas ("llenas de referencias y homenajes", dirá Ana) son gigantes. Algunas están inscriptas en lienzos y otras directamente sobre las paredes altísimas del fondo de Appetite. Todas juntas copan el espacio y se plantan ante el espectador como una troup nutrida de personajes grandotes que nos atraviesan con la mirada y nos dicen cosas raras y controvertidas. ¿O eso es una teoría conspirativa?
Conspirativa se presenta en la galería Appetite (Chacabuco 551) hasta el 18 de julio. En este momento también exopnen Yamandú Rodríguez y Patricia Martínez.