DUDER. El primer episodio de la sitcom.
Brandon Craig es un tipo que sale con tres mujeres a la vez. Las conoció a todas el mismo día: a Monique, su jefa, que amenazó con echarlo si la deja; a Wendy, una agente de policía encubierta, que le dijo que lo va a mandar preso si no la ve más; y a Franki, una depresiva que le advirtió que, si se iba, ella se suicidaba. La suerte de Brandon parece funcionar en base a la célebre historia de la pata del conejo de la suerte: pide un deseo y se te concederá de manera terrible. La trama suena prometedora y se podría desarrollar en cualquier sitcom, uno de los géneros mayores de la TV americana. Pero en realidad, pertenece a Soup of the Day, uno de los fenómenos del año 2006 en internet: una sitcom de web.
Entre el lenguaje de Friends y el molde .flv de YouTube, las sitcoms de la web se diseminan y cosechan seguidores (más de siete millones de personas vieron Soup of the Day, lo que se dice un buen rating). Con buenas ideas y bajo presupuesto, llevan a la televisión un concepto del cine: la autogestión, más allá de las productoras independientes de televisión tal como se conocen. Y mientras Internet se adapta cada vez más al entretenimiento hogareño, del otro lado los grandes grupos están atentos: NBC sube a su site sus mejores episodios y el canal de cable VH1 le dio un espacio a Channel101, una página donde los comediantes de la televisión americana son invitados a hacer un piloto de cinco minutos.
Pero Duder, The Burg, Floaters y la ya nombrada Soup of the Day no tienen inversores detrás, sino jóvenes con poco dinero y muchas ganas de hacer televisión y contar historias de gente como ellos: estudiantes, clase media, cultos, queribles y un poco caóticos. ¿Indie-sitcoms como el indie rock? Vía mail, Matt Kirsch, el creador de Duder, se ríe: "puede ser, pero no usamos pantalones ajustados y somos un poco más nerds". Lo cierto es que él y todos sus compañeros promedian los 25 años, nunca trabajaron en la televisión ("todo lo que sé lo aprendí mirando sitcoms como Curb Your Enthusiasm, The Office, Arrested Development, Strangers with Candy o Extras") y no ganan dinero con esta tira que debe su nombre a un coloquialismo traducible por "chabones" o algo así ("es como nos referimos a nosotros mismos", dice Kirsch). Lo hacen por amor a la tele: "Duder salió de algunos guiones que tenía escritos con situaciones de mi vida cotidiana. Decidimos subir la serie a internet porque era lo más fácil y acá está".
Es que el formato, de por sí, permite algunas ventajas: a Brandon Craig (el donjuan de las tres novias) los televidentes/usuarios le podían mandar consejos a su myspace. Y en The Burg los protagonistas (jóvenes snob del barrio de Williamsburg en Brooklyn, New York) se tomaron un capítulo entero para leer un post de una televidente/usuaria. "Si hay algún tema de actualidad que nos interesa y surge un lunes, podemos sumarlo a la trama para esa misma semana", dice su creador, Thom Woodley.
De nuevo Matt Kirsch, de Duder, suma: "por estar en internet tenemos una facilidad increíble para subir material extra al show y complementar los episodios. Por ejemplo, los personajes le hablan directamente a cámara, en charlas de confidencia que ayudan a desarrollar el perfil de cada uno". Entre las otras ventajas de las web-sitcoms, agrega presupuesto y velocidad. "Pero lo malo es que todo cuesta más y, como internet es tan vasta y desorganizada, es duro lograr que la gente llegue a Duder". Tal vez, una de sus mejores armas sea el humor. Entendiendo la llegada global de Internet, Kirsch cierra: "tratamos de hacer algo que supere las sitcoms porque en Estados Unidos la palabra sitcom tiene mala connotación: la gente la asocia con un género ya gastado, lleno de reidores. En Duder tratamos de que el humor salga de los personajes y no de los chistes que les pone el guionista. Y creo que eso le causa gracia a cualquier público".