El Centro de Estudios Psicológicos de Shentang, China, lanzó una campaña donde entrevistó a seis adolescentes en el Centro de Detención Juvenil sobre lo que sus padres les dijeron en el pasado, cosas como "idiota" y "eres una desgracia". Recopilando los distintos términos con que los mayores se referían a ellos, transformaron esas palabras en réplicas de las armas reales que estos jóvenes usaron para cometer sus crímenes.
"Las palabras pueden ser armas" es una campaña que consiste en convertir las palabras chinas en armas con el objetivo de demostrar que lo que decimos puede hacer daño al resto. El abuso verbal a los niños es como poner una bomba de tiempo. Explota mucho más después de que el autor original haya dejado la escena. Y es la sociedad la que paga el precio, como es evidente por la creciente tasa de delincuencia juvenil.
Las palabras son más poderosas de lo que pensamos. Tomemos conciencia.