Alejandro Fantino contó una divertida anécdota de concubino que ni su mujer Miriam Lanzoni sabía.
El relato fue en Animales Sueltos y se basó en cómo había sido una triste noche de espera cuando “la gringa” salió a bailar y él se quedó en la casa.
“Miriam salió del teatro y me dijo que se iba con sus compañeras a Tequila. Me hice un puchero a las 9 de la noche, puse las zanahorias... A las once leí unos libros, medí el minuto a minuto, todo feliz. A la una y cuarto pensé ‘qué lindo la gringa bailando’, todo bien. Puse la tele… Dos y cuarto de la mañana me agarró sueño, entro a mirar la hora, pensé que ya debería estar por llegar”, comentó.
Los minutos pasaban y Fantino no tenía noticias de Miriam. “Tres y cuarto ya no se movían las plantas afuera, no aparecía”, siguió relatando, y como el sueño lo estaba venciendo, cambió de estrategia. “Cuatro menos veinte me tomé una pastilla que toman los colectiveros para no dormirse. ¡Así los ojos! Cinco y cuarto, seis menos cuarto. Seis y cuarto… Siete menos cinco se siente el auto y me saqué la ropa y me hice el dormido en el sillón del living”.
La historia concluyó con su mentira piadosa. "Ella me saludó y le dije: ’A la una y cuarto me agarró una palma, no puedo más’. ¡Es que no aguantaba no saber a qué hora iba a llegar!”.
Ale... ¡relajá!