Querido Juan:
Desde acá, te escribo para recordarte lo buen tipo que fuiste y el amor que sembraste en la tele y en la radio. Por suerte, pudiste cosechar todo ese cariño. Además, pretendo contarle a gran parte de tu público que eras exactamente lo que se reflejaba en pantalla, y mucho más.
Una de tus máximas virtudes era la generosidad. Jamás te ubicabas en la posición de maestro ciruela. Sólo con sutiles palabras compartías tu experiencia, sin esperar nada a cambio ni imponer máximas. Siempre con buen humor.
Y en este mundo del espectáculo, donde conviven vanidades y falsedades, algunas veces aparecen personalidades como la tuya. Porque además de tus méritos profesionales, demostrabas diariamente ser un maravilloso compañero y maestro. Todo en uno. Y eso es algo que no se le borrará a ninguno de los que tuvo la suerte de conocerte en persona.
Uno de los premios que me dio esta profesión fue compartir con vos (en Radio Del Plata y Canal 7) tres años de pasillos, bautizados con muchos litros de café y mate. Escucharte atentamente en esas charlas ocasionales, que con el tiempo me di cuenta que eran clases gratuitas y magistrales, ¡que impartías sin hacerlo notar!
Esa era una de tus máximas virtudes: la generosidad. Jamás te ubicabas en la posición de maestro ciruela, y sólo con sutiles palabras compartías tu experiencia, sin esperar nada a cambio, ni queriendo imponer máximas. Siempre con buen humor.
Por tres temporadas, trabajé en las mañanas de los sábados en Del Plata en el programa del Gato Sylvestre, de siete a diez. Inevitablemente tipo ocho, aparecías con tu sonrisa a saludar desde el control, y con las facturas para compartir con todo aquel que pasara por ahí. Ya finalizando cada envío, se realizaba el pase entre los conductores (algo habitual en todas las emisoras). Sin embargo, ese intercambio tenía un plus: vos hacías participar a todos los columnistas de los dos programas. Sin hacerlo notar le dabas cabida a los tuyos y a los ajenos, y provocabas el lucimiento de cada uno, demostrando tu absoluto conocimiento de la radio y tu inquebrantable respeto hacia el aire y su hacedores.
Te escribo para despedirte hasta un próximo café, para felicitarte porque pudiste ver a tu amado River volver a la "A", y para contarte que lograste tu objetivo: ¡trascenderás en todos los que te quisimos y en tu fiel público!
En la misma época, me tocó ser vecino de oficinas en Canal 7. En ese caso, tu querido Estudio País no nació solamente con la intención de ser un magazine federal, sino también para formar nuevos profesionales de cada región. En ese entonces, fui testigo de cómo luchabas con las imposiciones de los canales (de presupuesto, de rating, de estilo) y eso quedará marcado a fuego en muchos que te transitamos. Luego, la enfermedad te sorprendió pero no logró vencerte del todo, porque como afirmaste en el último Martín Fierro: “Miro a este auditorio y no veo enemigos....la trayectoria es trascender en el tiempo”.
Desde acá, querido Juan, te escribo para despedirte hasta un próximo café, para felicitarte porque pudiste ver a tu amado River volver a la "A", y para contarte que sin dudas, lograste tu objetivo: ¡trascenderás en todos los que te quisimos y en tu fiel público!
¡Te vamos a extrañar!