Después de haber perdido a su hija de 27 años, de tener que verla muerta en su departamento, de tener que reconocer el cadáver y declarar ante la Policía, de velarla y enterrarla, la familia de Jazmín De Grazia recibió este viernes un mazazo inmerecido, inesperable, innecesario.
La crueldad de publicar esas imágenes es inmensa. Cuál es el logro periodístico, qué pruebas constituyen, qué utilidad tienen.
La crueldad de publicar esas imágenes es inmensa. Cuál es el logro periodístico, qué pruebas constituyen, qué utilidad tienen, quién las entregó. Cuánto se pagó por ellas. Todas preguntas que tienen poco sentido para una familia que no tiene consuelo.
Como ya expresé en mi columna anterior, Jazmín era una loca linda, llena de proyectos y plagada de amigos. Por donde pasaba, dejaba su aroma de buena amiga.
El debate es eterno. Muchos dicen que esto sirve para prevenir, para no esconder la mugre debajo de la alfombra. Ahora, ¿no se podría debatir todo esto igualmente sin llegar a este extremo de violar la intimidad de esta persona? ¿Sin torturar a una familia en pena? ¿Para qué, por cuánto, hasta dónde se puede llegar amparados en la libertad de prensa? En la búsqueda de la verdad.
"Pobre Jazmín, pobre ángel", escriben los periodistas con un nivel de cinismo inédito.
Pobres ellos, que se manchan las manos de esta manera. ¿Les gustaría ver a sus hijos así?
La Justica pena con montos irrisorios estos temas, y seguramente ahí está la razón para que esto ocurra.
La Justica pena con montos irrisorios estos temas, y seguramente ahí está la razón para que esto ocurra. En casos de otras personas públicas, nadie se atrevió a llegar tan lejos. Por los contactos políticos o en los medios de famosos de familias poderosas. La de Jazmin está integrada por simples laburantes y hoy en su muerte, la ley no los ampara.
Sólo los poderosos parecen estar exentos de estos vejámenes. Esto es así, y más viejo que el mundo.
Sin embargo, nadie va a poder robarnos la sonrisa de Jazmín: seguramente, con su gran sentido del humor, estaría insultándolos furiosamente por hacer sufrir a sus seres queridos.